
A Ustedes, los indispensables
Necesito fetiches. Es la única manera de asir lo que me importa y satisfacer mis veleidades. Me son absolutamente necesarios. Deben ocupar poco espacio. Deben provenir de una persona indispensable. Deben ser un puente. Y lo más importante, deben ser obsequios. Ninguno puede haber sido buscado o concebido por mí, pero tiene que hablar de mí:
Una flor de tela suave con el tallo enredado en mi lámpara de noche.
Un mínimo cristal con un tulipán ahogado que cuelga de mi cuello.
Dos pulseras de cuero con una lámina amarilla y un sol negro pintado en el centro. Las dos hechas en Montenegro. Una para mi muñeca. La otra… para la de quien nunca estuvo.
Un cuento que empieza con:
Aura es morena y tiene unos ojos grandísimos café claro.
Un poema que dice:
Ira. Más que ganas de abrazarte, existen las ganas de rociarte con gasolina y fumar sentada en tus piernas.
Un poema que empieza con:
Las manchas de las manos que mataron un amor
jamás se quitan
es un crimen que el alma no puede olvidar.
Un poema que termina con:
alejarse no sólo del recuerdo
y su estancia de polvo
sino también de aquello que olvidamos:
un rostro
un nombre
tal vez una caricia
nuestro primer rencor.
Un golpe, el sueño de un perro o la luz que entra a las cinco de la tarde e ilumina el monitor que guarda frases en griego, que jamás podré entender pero que seguramente se verían hermosas en una piel.
ResponderEliminarAbrazo*