Vampiros basura



Buscaba imágenes de un bello crepúsculo para ilustrar uno de mis superinteresantes y por todo mundo leídos posts. Sabía qué era lo que sucedería a continuación: saldría un montón de wallpapers y fotografías de la película esa de los vampiritos que tan emocionados tiene a los adolescentes. Pasé a la página siguiente y a la siguiente y las imágenes de la película no terminaban. Mi reprimida intolerancia se hizo patente y terminé haciendo berrinche. 
Esta "cultura" de los bestsellers y de la literatura basura —que en realidad es un eufemismo— me avasalla.
La mercadotecnia, alimentada por las evasiones y aspiraciones de incautos e inocentes consumidores de literatura fácil y de fórmula —¡Aprenda a ser escritor siguiendo esta sencilla receta!—, ha convertido y multiplicado al seductor e inmortal señor de Transilvania en clanes de vampirillos afeminados —¡su nívea piel brilla como diamante a la luz del sol!— que aspiran a convertirse en humanos porque comprendieron mejor que nosotros el concepto de "derechos humanos" y que —pobrecitos— ya no quieren beber sangre humana porque matar —humanos— es malo, muy malo. Supongo que estos seres inmortales y renegados —los que son buenas "personas", claro— siguen una estricta dieta que en lugar de incluir sangre, ha de sustituir ésta con alguna cosa equivalente al canderel de las anoréxicas. Y como asumen que el vampiro, por chuparse nuestra preciada sangre es un ser muy pero muy malo —ya dije que ellos, los buenos, sí han de saberse al dedillo nuestro código ético y social, ¿verdad?—, los buenos son antihéroes, renegados y traidores a su raza. 
Ojalá que antes de que el mundo se acabe, lleguen estos héroes vampíricos a salvarnos de nuestra gran miseria y nos enseñen a no matarnos entre nosotros.
Y sí, ya como en la página 10 encontré una imagen de lo que buscaba. La foto es de Alfonso Brezmes.

Ya ni me acuerdo de qué iba el post del crepúsculo.



***




2 comentarios:

  1. Transilveria!!!!!!!!!!!


    No lo olvides.

    Ah, por cierto, ayer estuve buscando mis gotas para los ojos (esas que cuando me las pongo me hacen gritar, tú sabes) y nada. Hasta que en un movimiento brusco cayó mi bolsa, con ella un libro, iPod, cartera, chicles y el frasquito de las gotas que rodó unos cuantos metros sobre la tonta avenida de la tonta ciudad y un tonto coche lo aplastó.

    Me gusta dejar coments, wuiii!

    Besos***

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